Desarrollo Lingüístico

Posted by rizomas on 15 febrero, 2022 in artículos circular educación juegos rizomas rizomas edu

Lenguaje

Los primeros sonidos que emite el bebé son siempre motivo de fascinación y alegría y, al margen de algún susto provocado por el testaje de las cuerdas vocales que puede acabar en grito, son esperados y acompañados como se hace con las hazañas importantes.

El primer año (en la conocida como etapa prelingüística) está caracterizado por los sonidos guturales, los gorgojeos, balbuceos y gritos, por el reconocimiento del propio nombre y las imitaciones; y por el súper esperado “laleo”, que nos lleva a los primeros y festejadísimos “mamá y papá”.

Hasta ese momento no suele haber presión ni preocupación porque las expectativas de las primeras palabras todavía están alejadas. Pero a medida que ese primer año avanza, el lenguaje de los más pequeños puede estar cargado de más presión y ansiedad de la necesaria.

Existen multitud de listados en los que podemos encontrar lo que la estadística nos dice que “debemos esperar” en esos mágicos tres años, en los que con mayor intensidad se adquieren las habilidades lingüísticas.  Pero su función es orientarnos, no alentar la comparación ni ofrecer datos exactos para cada niño. Si tenemos dudas sobre el desarrollo lingüístico de nuestro hijo, siempre es preferible acudir a un profesional que nos oriente y tranquilice, y si fuera necesario que nos ayude a buscar soluciones. La información siempre aporta valor, pero muchas veces, si no tenemos todos los datos, o la objetividad, para interpretarla, puede convertirse en un problema más que en una ayuda.

Por eso hoy, aunque hablemos de desarrollo lingüístico, no vamos a hablar de habilidades y listados, si no de juegos y propuestas para acompañar y disfrutar de estas etapas de aprendizaje.

Durante esa primera etapa prelinguistica , tan importante es el sonido como las sensaciones que se experimentan a través de los órganos de fonación. Por eso, jugar con la vibración en primera persona o a través de los adultos, se convierte en un placer máximo. Podéis jugar a realizar vibraciones, por ejemplo, con las vocales con su cuerpo pegado al vuestro, o directamente vibrar sobre su piel, en distintas partes y con todos los complementos, mediadores, que se os ocurran (globos, tubos…hay materiales que son maravillosos conductores de la vibración). Atrévete a probar y si tienes dudas sobre la intensidad o las sensaciones que pueden generar prueba primero sobre tu cuerpo. Estos juegos pueden hacerse más interactivos, por ejemplo, colocando los dedos sobre sus labios cuando emiten sonidos o soplan y repitiendo e imitando la acción en sentido inverso. En este caso, además
favoreceremos la imitación.

Nuestros aparatos fonadores, como las neuronas espejo, reaccionan ante los de otros, por eso es tan importante compartir y  acompañar el lenguaje de manera directa y cercana en los primeros años. Nombrar el mundo que les rodea, hablarles sobre aquello que nos expresan… todo ello acompaña la construcción de esta capacidad. La música y los ritmos disfrutados simultáneamente a través del cuerpo y la audición, forman parte también de los imprescindibles en estas primeras etapas.  Podemos, por ejemplo, compartir canciones o cuentos para prelectores en el regazo y en movimiento coordinado (balanceos, rebotes…)

Cuando el control del cuerpo va siendo mayor, los juegos del procesamiento del ritmo, son un acierto seguro. Hazte con una caja sobre la que golpear y repite ritmos. De esta manera, además de favorecer la atención y la escucha, vamos integrando el ritmo tanto desde el procesamiento auditivo como corporal.

Los juegos, canciones y cuentos sumativos, que incluyan onomatopeyas son fantásticos también en este momento. Si tienen un patrón ligeramente repetitivo, mejor que mejor. Puede que no resulte lo más interesante o atractivo para un adulto, pero los niños necesitan de la repetición para la comprensión. No es casualidad que quieran escuchar lo mismo una y otra vez hasta que lo dominan, forma parte del aprendizaje.

En el proceso previo y ya en la etapa de las primeras palabras y el lenguaje telegráfico, es una buena opción movilizar y ejercitar la musculatura más externa implicada en el lenguaje. Para ello, todos los elementos y juegos que nos permitan el soplo y el control de esas áreas son bienvenidos. Los pomperos , las plumas, las pelotas de corcho, las pajitas…Seguro que te van llegando ideas.

El lenguaje nos permite comprender, pensar el mundo, del mismo modo que el juego y el cuerpo. Ambas habilidades permiten y favorecen nuestro desarrollo cognitivo, por eso son tan valiosas las actividades que las conjugan, como los juegos y rimas de dedos, las rondas o los cuentos motores. No dejéis de disfrutarlas hasta que los propios niños los saquen de su campo de interés.

¿Y cuándo ya hemos pasado los tres o los cuatro primeros años? ¿Cuándo todo se ha desarrollado con relativa normalidad? ¿Nos olvidamos del lenguaje? Muchas veces llegados a este punto, centramos la atención más en el aprendizaje lectoescritor que en el propio lenguaje. Pero, como decía, el lenguaje nos permite comprender y pensar el mundo y también a nosotros mismos.

Nuestro lenguaje nos construye, de algún modo determina como vemos lo que nos rodea y nos relaciona con ello. Nos limita o amplía el campo de posibilidades. Y es cierto que la lectoescritura nos abre una inmensa puerta desde la que acceder al conocimiento de otros y compartir el propio, pero el lenguaje va más allá. Y además, aprender a leer y escribir no es incompatible con seguir jugando con el lenguaje, profundizando en él por mero placer.

A medida que los niños crecen podemos incorporar juegos y actividades como:

-Los trabalenguas.
-Adivinar palabras a través de la pintura o la mímica.
-Inventar historias a raíz de cuadros o imágenes.
-Inventar canciones.
-Hacernos con unos dados para contar historias.
-Jugar a los contrarios y a los sinónimos.
-Crear frases imposibles con palabras aleatorias.
-Adivinar palabras incompletas viendo sólo una parte.
-Jugar al veo veo.
-Hacer y crear crucigramas y sopas de letras.
-Cambiar los nombres de las cosas, inventar palabras nuevas para designar objetos.
-Crear un espacio para aprender palabras y/o conceptos nuevos semanal o mensualmente. En relación a un tema que nos interese (como la fauna o los deportes) y que resulte estimulante para toda la familia.

Y por supuesto, seguir disfrutando de los libros, las narraciones, el teatro y la música que nos ponen en contacto con la magia de la palabra y sus infinitas posibilidades.

El desarrollo del lenguaje es diferente en cada niño, aunque siga unas pautas comunes; y éste depende de muchos factores: biológicos, individuales, emocionales, familiares, sociales y culturales. Pero, la exposición al lenguaje, a la interacción y al juego tienen siempre un impacto positivo. Ese es el mensaje principal que quería compartirte, pero si tuviera que dejar algún consejo más dirigido a la posición “del adulto” sería que des tiempo a la expresión. Que no tengamos prisa por que acaben las frases, que no las terminemos por ellos, que comprendamos que el lenguaje expresa nuestros pensamientos y que su construcción, sobre todo en la infancia, requiere como en la cocina de paciencia y mimo para que la elaboración luzca.

Te dejo un par de referencias interesantes por si te interesa profundizar en este tema:

– La página de Tamara Chubarovsky https://www.tamarachubarovsky.com/
– El libro de Margarita Racasens “Cómo jugar con el lenguaje”
– Cualquiera de los libros de Gianni Rodari.

Edurne Simón

Psicóloga. Gestión emocional y desarrollo a través del juego.